miércoles, 25 de julio de 2012

¡Odio el verano!

El verano, es, para mí, la peor estación. No aguanto el calor, no aguanto los mosquitos, a los que parezco ser un rico manjar, ya que no me sueltan. De más joven, ni se me acercaban, pero ahora, con el paso de los años, se conoce que se me habrá endulzado la sangre o algo porque me tienen martirizadita perdida y eso que menos mal, tengo por toda la casa medios limones con clavos de especias pinchados, que parece una solución maja a la hora de prevenir los bocados de estos insectos feroces.

Odio el sudor que cae por mi cuerpo en forma de cascada. Paso por la ducha varias veces al día, siento la piel seca y me tengo que dar con aloe vera a "pechá" como decimos en mi tierra, para poder encontrar algo de suavidad, que con tanta ducha, no puede ser ni bueno.

Para colmo, un par de gatitos, que habíamos regalado, han vuelto una semanita porque sus nuevos dueños, han salido de vacaciones y yo, muy dicharachera, el día que se los llevaron, les dije "cuando quieras y para lo que necesites, aquí estaremos" pero ¡coño! esos son cosas que se dicen, pero luego, cuentas que no se cumplen... en el futuro, mantendré la boquita cerrada.

Para como de males, ha entrado el pulgón a casa. No sé si lo traen los gatos o lo traía el perro que adoptamos, que, aunque ya no está, nos dejó "el regalito" y todo es lo que viene siendo un puto asco.

Y luego, dirán que soy una psicótica... ¡Demasiada paciencia tengo!

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