Casi ha pasado ya el largo domingo, que, no ha sido uno cualquiera, no, está siendo todavía el "Día de la Madre" y creo que odio este festejo, o no, quizás, más que odio, lo que me da es envidia porque hay madres que pueden disfrutar de sus hijos, que no vicecersa. Para ellos, los hijos, no deja de ser un compromiso, una jornada para poner buena cara y comer con la familia, intentando aparentar en muchos casos una fingida felicidad.
Va a ser verdad, que al final, voy a ser afortunada. Sí porque yo, ni tengo que comer en casa de mi madre, sonriendo como una boba y aparentando que todo va bien, cuando probablemente, el mundo se desmorona a mi alrededor. Me he librado con el paso de los años, de compartir "tanta alegría en familia" ¡cuánta falsedad! pero es lo que hacen los hijos.
A las madres, en cambio, nos hace mucha ilusión reunir a nuestros vástagos. Prefiero no pensar en como celebraría este día con mis hijos, no quiero fantasear en lo que pudo haber sido y no fué, con lo que nunca será.
Abrazar a mis hijos, me daría toda la felicidad del mundo pero como no puede ser, machacarme con la escena, no me hace ningún bien.
No obstante, quiero seguir adelante. Espero de La Vida, que mi hijo "F" venga a darme un abrazo diciéndome "te quiero, mamá" pero ¡puf! eso es dispersarme bastante.
Lo importante, es que hoy he salido otro día, un paseo cortito pero paseo al fin. También he conseguido no deprimirme demasiado, que no es poco.
Reconozco que ÉL es un "poco culpable"" ;)
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